jueves, 23 de agosto de 2012

Un día de estos - Gabriel García Márquez

  El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos.

         Cuando tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella.
         Después de la ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción.

viernes, 3 de agosto de 2012

El cuento de Agosto

Por fin llegó agosto, que rápido, y luego en un abrir y cerrar de ojos ya estaremos terminando otro año... donde yo vivo comienza esa temporada en la que hace mucho viento y todos los niños salen a volar cometas y hacer competencias. Es un parte del año muy bonita
Este día les tengo un cuento muy especial, uno de esos que no te cansa leer porque son pequeñitos, espero que les guste:


El Perro

El dueño de una tienda estaba poniendo en la puerta un cartel que decía: "Cachorros en venta". Como esa clase de anuncios siempre atrae a los niños, de pronto apareció un pequeño y le preguntó:
¿Cuál es el precio de los perritos? El dueño contestó: Entre treinta y cincuenta dólares.
El niñito se metió la mano al bolsillo y sacó unas monedas. Sólo tengo $2,37. ¿Puedo verlos?
El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió una perra seguida por cinco perritos, uno de los cuales se quedaba atrás. El niñito inmediatamente señaló al cachorrito rezagado.
¿Qué le pasa a ese perrito? preguntó.
El hombre le explicó que el animalito tenía la cadera defectuosa y cojearía por el resto de su vida. El niño se emocionó mucho y exclamó:
¡Ese es el perrito que yo quiero comprar! Y el hombre replicó: No, tú no vas a comprar ese cachorro. Sí realmente lo quieres, yo te lo regalo, El niñito se disgustó y, mirando al hombre a los ojos, le dijo: No, no quiero que usted me lo regale. Creo que vale tanto corno los otros perritos, y te pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2,37 ahora y cincuenta centavos cada mes, hasta que lo haya pagado todo.
El hombre contestó: Hijo, en verdad no querrás comprar ese perrito. Nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros.
El niñito se agachó y levantó su pantalón para mostrar su pierna izquierda, retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo: Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda.
El hombre se mordió el labio y, con los ojos llenos de lágrimas, dijo: Hijo, espero que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú.
En la vida no importa quiénes somos, sino que alguien nos aprecie por lo que somos, nos acepte y nos ame incondicionalmente.


Nos vemos con otra historia :)